Hay que aplaudirle a la mujer lo que ha logrado: tiene el primer Pritzker femenino en sus manos, obras que dejan boquiabierto a más de uno, y, vamos, la mujer es fama caminando en tacones. Es una de las arquitectas más prolíficas y dinámicas de nuestro tiempo, y las ciudades se pelean sus obras como la más reciente creación de Vuitton. Y es por esto que no hay manera fácil de decir lo siguiente: no me gusta.
¿Innovadora? Sin lugar a dudas. ¿Egocéntrica? Como ninguna otra. Domina el contexto, algunas veces hasta parece devorarlo. Un ejemplo de esto es su reciente propuesta para el Middle East Centre en St Antony's College de Oxford.
fuente: http://www.architectsjournal.co.uk
El proyecto, un puente curvilíneo forrado de Corian, parece estar atacando al edificio victoriano contiguo. Y no es que el edificio antiguo sea la gran obra arquitectónica, tampoco, pero ya me parece un poco redundante eso de casarse con una idea y siempre andar haciendo lo mismo. Un proyecto de este tipo funciona más en el ámbito gráfico que en el de la vida real, donde la biblioteca interna hacia el sur será un espacio demasiado iluminado y probablemente muy caliente en el verano. Las arquitecturas que buscan ser monolítos, landmarks, y no se adentran profundamente en la encomienda de su función primordial, carecen de un sentido real.
Muchos diseños contemporáneos, atrevidos, se integran muy bien con contextos viejos. Éste no es un ejemplo de tal afortunado maridaje. Ojalá Zaha siga el ejemplo de otras divas y se reinvente para traernos propuestas nuevas.